Afirma el filósofo que la sociedad moderna vive de espaldas a la muerte y que éste es uno de los motivos de nuestra desorientación rampante, a la que también contribuyen, dice, la televisión omnipresente, los medios de comunicación sobresaturados y el fútbol televisado, que es todo lo mismo. “Se procura evitar el pensar en la muerte, que es una cosa evidentemente muy inquietante, dolorosa, tanto la ajena como la propia en la medida en que uno la anticipa, pero tiene un puesto muy importante en la vida: es un error no contar con ella. Y la vejez tiene una función muy positiva, que es la recapitulación, el tomar posesión de lo que uno ha sido. La muerte es parte natural de la vida, y permite una articulación. Cuando uno rehuye la muerte, vive menos”. Es función fundamental de la filosofía saber reconciliarnos con ella: “Tomar posesión de la vida íntegra, porque qué pasa después de la muerte. Hay gente que dice que después de la vida no pasa nada, pero eso es casi siempre insincero. Es difícil pensar que uno va a seguir viviendo de otra forma después de la muerte, pero es más difícil todavía creer que no hay nada”. ¿Y usted, qué cree? “Que hay otra vida, por supuesto. Lo creo con un fondo de inseguridad, de angustia, pero me parece mucho más inverosímil la idea de la desaparición. Mire usted, hay una razón capital: la persona es la forma suprema de la realidad, la idea de que todo se transforme menos la persona es inverosímil”. ¿Y el miedo? “Ahora la gente tiene pasión por la seguridad. Entonces, como la perduración de la vida no es segura, prefiere la nada”. ¿Y el miedo de usted, le tiene miedo? “No, miedo no. Tristeza sí me produce, porque la vida siempre vale la pena, siempre se puede hacer algo más. Ser persona es poder ser más”. ¿Y qué más podría ser don Julián, qué ilusión le queda? “Ser más de verdad, y descubrir nuevas expresiones”.
(Entrevista a Julián Marías, El Magazine de El Mundo. en www.javiermarías.es/links)
(Entrevista a Julián Marías, El Magazine de El Mundo. en www.javiermarías.es/links)
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