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El incierto destino de un país musulmán en desarrollo
Miguel Carpintero. El Cairo, Egipto
Publicado en Cuenta y Razón en Febrero 2004.

entre París y la Meca

Mi primera impresión al llegar a El Cairo fue la de sorpresa por no estar llegando a un mundo tan distinto como el que yo me esperaba. A muchas personas les sucede algo parecido, ya que no esperan encontrarse tantas cosas y facilidades, que sólo daban por hecho en Europa, EE.UU o algún otro país rico. Por otro, ni las mujeres completamente tapadas le sorprenden demasiado a uno ahora que también se ven en cualquier capital europea, de modo que las diferencias con la cultura en la que se aterriza no suponen una diferencia grave. Distinto es el caso, tal vez de Irán o Arabia Saudí, donde también a las extranjeras se les exige cubrirse la cabeza. Pero este no es el caso de Egipto, así que el extranjero puede moverse con libertad en un país preparado para recibirle con todas las comodidades del primer mundo. Por lo general los recién llegados suelen destacar dos cosas: la suciedad y el caos del tráfico.

Dos meses después, durante una charla amistosa, un responsable de exportación español de visita por el Cairo, me recordaba esa misma impresión. “Esto es lo mismo, más pobre sí, pero... es nuestro mundo, ¿sabes? No es como... la India. Aquello es otra cosa, otro mundo.”- decía. Yo le veía y pensaba en Arthur Miller, “Entré en la selva con 18 años, cuando salí de ella... era rico”. Estabamos bebiendo una cerveza en un moderno local de jazz, rodeados de jóvenes extranjeros y egipcios que bailaban del mismo modo que se hace en Madrid. ¿Son esos bares, esa gente, y esa forma de vida tan parecida a la occidental, islas dentro de una cultura local distinta y ajena a ellos o bien son la punta del iceberg, la dirección o meta, de una sociedad en transformación? Egipto se mueve entre al menos dos tradiciones culturales distintas, la islámica y la occidental, y el equilibrio alcanzado actualmente no es estable. Mientras el país se enfrenta a serios retos de desarrollo económico y social, las cuestiones culturales se convierten en una línea divisoria entre grupos rivales.

Egipto sufre las contradicciones y conflictos que afectan a la mayor parte de países árabes. Sin embargo 5000 años de historia política le confieren una seguridad y cohesión distintas al resto de países árabes, y esto aconseja prestar mayor atención a su ejemplo. El modo en que Egipto se relaciona con el resto de potencias de su entorno, y cómo resuelve sus contradicciones internas, tiene una especial relevancia y transcendencia. Dos ejemplos muy distintos son: el golpe militar de Nasser en 1952 que culminó la descolonización, y los Acuerdos de Camp David con Israel. Con el primero, Nasser se granjeó tal admiración entre los países Árabes que Siria incluso se unió voluntariamente a Egipto en la República Árabe Unida (1958-1961) a la que se sumó Yemen del Norte en una federación que duró hasta 1962. La firma de los Acuerdos de Camp David, podrá haber sido muy impopular entre los árabes, pero Egipto ha sido el primer país en dar un paso clave e influyente en el conflicto sobre Palestina: reconocer el Estado de Israel.

Egipto es un país abierto al exterior. En primer lugar, porque tiene una conciencia de liderazgo sobre la región de manera que Egipto se interesa por el mundo. Han sobrevivido al periodo colonial emisiones en inglés y francés en la televisión así como varios periódicos locales en estos idiomas. Con todas las limitaciones económicas que tiene, Egipto concedió asilo político a 17.630 refugiados en 2003. En España se concedió ese estatus a 160 de las 6.300 personas que lo solicitaron en 2002 (i). En segundo lugar, debido a su emplazamiento estratégico Egipto es una vía de comunicaciones mundial (piénsese en el Canal de Suez) y posé tal patrimonio artístico y natural, único y espectacular, que el mundo siempre se ha interesado por Egipto. A pesar de lo cual, Egipto recibió unos 7 millones de turistas en 2003 (ii) , pocos en comparación los 52,4 millones que recibió España en 2003 (iii) . La escasez de turistas se debe en parte al miedo a atentados terroristas como el de 1997 en Luxor, pero debe ser achacado igualmente a la falta de una inversión suficiente. El turismo aprovechado, para bien y para mal, se reduce a los cruceros por el Nilo (Luxor- Aswan) y algunos destinos en el mar rojo. Carreteras mal señalizadas, por ejemplo, hacen muy complicado el turismo al margen de viajes organizados por agencias.

Censurar para tolerar

La influencia occidental es fuerte y muy vigente, lo que propicia esa primera sensación de similitud y cercanía. Existe un imborrable legado colonial, en la fisonomía de las ciudades, en las infraestructuras del Estado y en la educación de un importante número de egipcios. Todo aquello que tenía algo positivo por lo que salvarse de la quema y el rencor, se ha salvado y está en algún rincón de El Cairo, Alejandría... Además está la influencia occidental que arrastra el modo de vida moderna, en su dinámica de solución a viejos problemas y creación de nuevos problemas. Los automóviles, que todavía no han sustituido completamente a los animales de tiro en El Cairo, crean una nube de polución que rara vez abandona el cielo de la ciudad, y plantea nuevos problemas médicos y medioambientales, los plásticos, la sociedad de consumo, alimentan a más gente pero ahora se genera una basura que hasta hace solo unos años el ayuntamiento no se encargaba ni de recoger. La complejidad de la sociedad, de su economía, parecería conducir inevitablemente a que la religión, como en Occidente, se fuese convirtiendo en un aspecto estrictamente personal de la vida de cada individuo con una menor relevancia social. Pero eso no es lo que se ve en Egipto.

En Egipto el cuadro que se ve es confuso y como en toda buena película creada bajo la censura es más lo que sugiere que lo que enseña. Actualmente, existen una mezcla de concesiones contradictorias cuya único sentido es mantener un equilibrio entre censura y tolerancia. El Islam es la religión oficial del Estado. Existen unos aranceles prohibitivos a la importación de alcohol (del 3200% a licores) y esto parecería ser una opción válida de acuerdo con su Constitución. Sin embargo existe una producción local de bebidas alcohólicas que goza gracias a esos aranceles de un lucrativo monopolio. Parte de esa producción local, la cerveza del grupo Al-Ahram, es de óptima calidad y soportaría bien la competencia extranjera, otros productos como el vino o los licores locales, son de menor calidad y la competencia podría forzar su mejora o desaparición. Es vox populi que el Whisky local da terribles dolores de cabeza. ¿Por que no dar la opción al consumidor final? ¿Tal vez porque el alcohol de mayor calidad podría ser una tentación demasiado fuerte para los fieles? Otra curiosidad relacionada con el ejemplo del alcohol, es que en Ramadán los establecimientos con licencia no pueden vender alcohol a ningún egipcio, independientemente de si son cristianos o musulmanes. ¿Es éste un ejemplo de que la ley del Estado es un instrumento al servicio de la imposición de los mandamientos musulmanes antes que garante de las libertades del ciudadano? Los extranjeros sí pueden en cambio seguir consumiendo alcohol si lo desean. En los países occidentales toda discriminación entre nacionales y extranjeros suele suponer limitaciones al ejercicio de ciertos derechos o prestaciones por parte de los extranjeros. En Egipto es al revés, la ley da mayor libertad y derechos a un extranjero que a un nacional en su propio país. En Egipto los extranjeros, al menos los occidentales, gozan de una inmunidad diplomática sui generis.

En la fiesta de despedida en el piso de un español la policía llamó a la puerta. Eran las cuatro de la madrugada y la música se oía perfectamente desde la calle. La policía preguntó por el dueño, y a éste le exigió que todos los egipcios en la fiesta abandonasen el piso. Ni el volumen de la música, ni el consumo de alcohol, ni nada por el estilo, eran un problema para la policía. Lo importante era que no hubiese egipcios allí. El modo de vida occidental, por no decir la libertad, es una opción tolerada sólo plenamente entre los extranjeros y los egipcios bien posicionados, mientras que el resto de egipcios está sometido a un estricto código de normas sociales. Nadie está seguro de que base legal existe para exigir algo como aquello. La ley de emergencia, en vigor desde el magnicidio de Sadat en 1981 y prorrogada cada 3 años, solo añade opacidad y arbitrariedad en el respeto de los derechos civiles y políticos. En virtud de esta ley las autoridades tienen la potestad de arrestar a cualquiera sin cargos, menoscabándose el derecho a la libertad, a la intimidad, a la inviolabilidad del domicilio o comunicaciones y a la propia defensa.

La situación de la mujer

La marginación de la mujer de muchas de las esferas de la vida pública, la economía, etc. ha sido señalada como una de las causas principales de la pobreza en los países árabes por el Arab Human Development Report 2003, realizado por intelectuales de distintos países árabes para la ONU. Religión, Estado y política se mezclan de tal manera que es difícil saber quién tiene la sartén por el mango. La televisión, y los medios de comunicación, deben de ser un intenso campo de batalla entre grupos seculares y religiosos. Ninguna de las mujeres que presentan los telediarios llevan el “hijab” (pañuelo sobre la cabeza), porque está prohibido por una norma del ministerio de información; a cambio los programas religiosos en televisión ocupan más espacio que los culebrones, aunque parecen ser menos populares a juzgar por el escaso interés que atraen en un café de pipas de agua (shishas) en comparación con los otros.

El uso del “hijab” y la liberalización de la mujer son de los temas más complicados desde la óptica de un europeo, y prueba de ello son las dificultades que se tiene en Europa para dar una solución satisfactoria a los problemas que llegan hasta sus tribunales y parlamentos. La mujer en Egipto trabaja con normalidad y ocupa puestos altos en la administración y la empresa. La llegada de los islamistas moderados y pro europeos al gobierno en Turquía ha significado una desarrollo de las libertades civiles y entre ellas, fruto de la libertad religiosa y de conciencia, el fin de restricciones sobre el uso del “hijab”. Es discutido cuanto hay de imperativo religioso y cuanto de tradición en el uso del “hijab”. Son los padres quienes toman la primera decisión sobre el uso del “hijab” por parte de una hija, pero la mezcla entre chicas que lo llevan y chicas que no es tan perfecta, que más allá de la adolescencia serán las chicas las que de acuerdo a sus prioridades, amigas, creencias, familia, decidan en relativa libertad, sin miedo a ser apedreadas, si quieren llevar o no el “hijab”. La ley no obliga a la mujer a su uso, y en la calle se ha visto desde hace unos años una inversión de la tendencia inclinándose ahora por su uso un 80% de las mujeres. Sin embargo existen distintos ambientes donde el “hijab” puede ser mejor o peor bienvenido. Por ejemplo, en muchos hoteles se sigue una estricta política contraria al uso del “hijab” durante el trabajo. También tienen prohibido el uso del “hijab” en el trabajo las mujeres que ingresan en el cuerpo diplomático egipcio. Una joven egipcia que había terminado Políticas en la Universidad, me comentaba a las puertas del Instituto Cervantes de El Cairo por qué descartaba presentarse a las oposiciones al cuerpo diplomático. Primero, decía, suponía unirse a un cuerpo jerárquico dirigido por una autoridad corrupta y no democrática y segundo, que la obligarían a quitarse el “hijab”. Creo que muchas mujeres musulmanas llevan el “hijab” porque sencillamente lo dice el Corán y aquí la fe en la palabra de Dios es común. Al europeo le cuesta dejar de pensar en términos utilitaristas, de modo que el “hijab” es una imposición discriminatoria, que asume la supeditación de la mujer al hombre y sirve para evitar los instintos irreprimibles y pecaminosos del varón. En resumen una tradición que mejor sería olvidar.

La sociedad egipcia tiene ya recorrido un largo camino de hecho y de derecho en la equiparación de los derechos del hombre y la mujer (iv). Sus orígenes se remontan a principios del siglo XIX, ha sido recogido por las sucesivas constituciones de 1923 y 1952. Sin embargo, hay cuestiones básicas que se están abordando sólo recientemente. La alfabetización de mujeres mayores de 15 años se estima en un 46,9% frente al 68,3% entre los hombres (v). El divorcio es algo muy común para los musulmanes y no entra en conflicto con las creencias religiosas; no obstante, solo hace unos 2 años que las egipcias obtuvieron el mismo a derecho a divorciarse que disfrutaban los hombres. Más reciente todavía es el decreto presidencial que modifica la ley sobre nacionalidad, otorgando la nacionalidad egipcia a los hijos nacidos de mujer egipcia y padre extranjero. Anteriormente solo los varones egipcios, independientemente de con quien estuviesen casados, transmitían la nacionalidad egipcia (vi).

La cuestión del “hijab” resulta insignificante puesta al lado de la execrable práctica de la ablación, o mutilación genital femenina, prohibida por la ley egipcia, sigue siendo realizada con frecuencia tanto por musulmanes como por cristianos. En 1995, según cifras de la OMS, hasta un 97% de las niñas egipcias eran sometidas a una mutilación genital. La frecuencia de esta práctica puede haber disminuido en torno al 80% y sobre todo a zonas rurales, aunque no hay datos oficiales. Se ha estimado que el número de mujeres mutiladas de esta forma puede llegar a 24 millones en Egipto, cifra sólo superada por Nigeria. En honor a la verdad, a pesar de que la ablación es una práctica preislámica africana, el problema es ciertamente más grave en comunidades musulmanas. La población egipcia es en un 90% musulmana sunní. Egipto fue conquistada por los árabes en 639 DC. y como algunos egipcios dicen... “en España los echásteis en 1492 y aquí todavía siguen”. Quien hace estos comentarios suele ser de la minoría cristiana copta. A pesar de que los coptos se consideran los herederos de la tradición más antigua egipcia, y de la más pura egipciedad, no en vano su lengua guarda vestigios de la hablada en tiempos de los faraones, a parte de las diferencias religiosas evidentes, los coptos y los musulmanes egipcios no mantienen costumbres demasiado distintas y comparten un parecido carácter nacional. Unos y otros conservan una fe en Dios que no se ve en Europa. La fe y no la religión tal vez sea la diferencia cultural más importante entre occidente y oriente.

Las mujeres trabajadoras, y los coloridos “hijab”s de algodón inmersos en la dinámica de la moda dan muestras de que la sociedad está por encima de las luchas entre grupos de intereses que utilizan la religión para azuzar los miedos a graves cambios: “¡ la perversión y desigualdades que representa Occidente!” o “¡ El establecimiento de una República Islámica parecida a Arabia Saudí!” Ante unas amenazas de este calibre se entienden las justificaciones de una dictablanda como la del Partido Nacional Democrático (NDP) que por encima de todo ofrece seguridad y estabilidad junto a una peculiar mezcla de contradicciones que forman su equilibrio entre la tradición liberal occidental y la tradición religiosa islámica. Sin embargo, esas contradicciones llevan al país a la disfuncionalidad, sobre todo cuando lo que el país necesita son reformas y mejoras. La falta de democracia y transparencia sobre la sucesión y continuidad del actual régimen entrañan una incertidumbre que desalienta la inversión en el país con lo que las posibilidades de crecimiento y de estabilidad menguan. En 2002, Egipto recibió 647 millones dólares como inversión directa extranjera, menos del 6% de la que entró en África 8 (vii). China recibe en torno a un billon de dólares en inversión directa a la semana (viii).

Por último, la dictadura, por blanda que sea, al haber eliminado cualquier otra forma de criminalidad, se ha convertido en la primera amenaza a la seguridad personal de cualquier ciudadano en Egipto. Es decir, el presente poder establecido y su justificación tiene una caducidad. Es una grave atrofia para el país que el equilibrio entre la tradición islámica y la occidental y entre las distintas clases sociales sea impuesto de manera autoritaria en lugar de ser una concesión reciproca y en libertad entre los distintos intereses representados legítimamente. Para empezar es difícil saber si el presente equilibrio es admitido por todos, y lo que es más importante, en caso de que persistan profundas diferencias de opinión, ¿ hasta dónde estarán dispuestos a llegar algunos grupos para imponer sus puntos de vista? Por de pronto existen zonas en el medio Egipto donde no se permite a los extranjeros ir sin escolta armada aunque esto parece deberse a la necesidad de dar algo que hacer a la policía, institución utilizada para camuflar el desempleo. Sin embargo, la historia de terrorismo en el país, y el contexto internacional actual, arrojan muchas dudas sobre la estabilidad del país.

Siempre habrá quien diga que el presidente Mubarak sólo se mantiene en el poder gracias a la ayuda militar norteamericana y para defender los intereses económicos norteamericanos. Sin embargo, Egipto lleva sobre su peculiar balancín cultural mucho más tiempo que la ayuda norteamericana. El Congreso norteamericano destina a Egipto por su papel moderador en Oriente Medio, desde los Acuerdos de Camp David en 1974, la segunda partida más grande de ayuda norteamericana. Desde hace 10 años esa ayuda va paulatinamente reduciéndose y reorientándose, a pesar de lo cual sigue en torno a 2 millardos de dólares anuales, siendo algo más de la mitad ayuda militar (ix). Antes Nasser apostó por un Estado laico y socialista y Sadat buscó el favor de los religiosos a la vez que reintroducía en el país cierto liberalismo económico. El apoyo a Mubarak, con todas las objeciones que se le puede poner, depende de la pregunta: ¿ es la estabilidad egipcia sólida o depende de las restricciones sobre la libertad y la democracia? Esta pregunta es la que trata de contestar la Comisión de Derechos Humanos egipcia presidida por el antiguo secretario general de la ONU, Boutros Boutros Gali, que estudia la derogación de la ley de emergencia en el 2004.

Las desigualdades económicas excusa y justificación

Las últimas elecciones libres en Egipto fueron en 1950. Eso quiere decir que los egipcios no están habituados a defender y perseguir sus metas en democracia. Hoy en día, la censura permite a la prensa ciertas licencias, como criticar al gobierno o algún Ministro caído en desgracia, aunque nunca al jefe de Estado. Existe una administración civil y de justicia profesional, madura e independiente. Los órganos judiciales se han ganado una reputación de imparcialidad aunque la ejecución de sus sentencias queda a merced de la voluntad del ejecutivo. Los tribunales han fallado en contra el gobierno en múltiples ocasiones por violaciones de Derechos Fundamentales ordenando excarcelaciones o indemnizaciones por abusos cometidos.

A comienzos de 2004, el tribunal superior de casación egipcio falló razonadamente en contra del gobierno declarando ilegal la imposición de las tasas por la recogida de basuras dentro del recibo de la luz. Esto es un duro revés político y económico para el gobierno y viene a demostrar que existe una burocracia independiente de la política, lo que es un activo importante en caso de que la democracia avance en el país. Actualmente el Partido Nacional Democrático (NDP) controla la no-política del país. La corrupción, como tráfico de influencias, que impone el NDP podría acabarse en el momento que los partidos de oposición tuviesen alguna oportunidad real de jugar en la arena política. El problema de los sobornos en niveles inferiores de la administración se debe a los salarios ridículamente bajos que paga el gobierno. Por todo ello, el imperio de la Ley es débil y se mueve dentro de amplios márgenes de imprevisibilidad.

Egipto persigue alcanzar una economía de mercado competitiva desde finales de los setenta con el presidente Sadat. A comienzos del siglo XXI, han logrado un sector privado considerable, cada vez más expuesto a la ley de la oferta y la demanda en libre competencia pero dos problemas lastran su crecimiento: los obstáculos internos a la inversión (nacional y extranjera) y las incertidumbres geopolíticas de la región. La falta de un despegue similar al de la economía española de los sesenta, hace que el sector privado no consiga generar todos los puestos de trabajo necesarios para absorber la creciente fuerza de trabajo. Egipto tiene más de 70 millones de habitantes, dos tercios tienen menos de 20 años. El aumento del desempleo, entre el 8 y el 24%, ha provocado el descontento con la política de privatizaciones del gobierno y en contra de los extranjeros que las promueven, ralentizándose reformas necesarias como la reforma del sistema bancario o la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. El riesgo a que el Estado en lugar de embarcarse en prácticas de buen gobierno, se mantenga a base de impuestos y tasas sobre las empresas no ayuda despejar las incertidumbres que mantienen la economía egipcia por debajo de sus posibilidades. Por eso, porque una vuelta al proteccionismo, sólo agravaría y retrasaría aun más el desarrollo del país, la Unión Europea está presionando al presidente Mubarak para que ya en el 2004 entre en vigor este acuerdo firmado en junio de 2001. Egipto es un país poblado y estable, un buen centro para un mercado norte-africano y de Oriente Medio. Diez marcas extranjeras de automóviles tienen fábricas en Egipto, todas ellas apenas rentables. Mercedes fabrica 2.000 coches al año en Egipto, la cantidad que produce en un día en Alemania. Estos fabricantes, y como ellos muchos otros, tienen un pie puesto en Africa y Oriente Medio y están a la espera de que la paz y la estabilidad en la región den paso al crecimiento de la actividad económica en la zona.

La falta de un rápido crecimiento económico aumenta la presión y la inestabilidad en el país. Quien entiende el mundo como lucha de clases, entiende que la violencia es indicio de desigualdades económicas, y estas como la única fuente de violencia en sociedad. Si se considera injusto el no elegir la cuna en que se nace se corre el riesgo de entender la violencia como mera reclamación de justicia y justificarla. Sin embargo, lo que precisa el país es atender el origen de las desigualdades, para su erradicación, y no perder de vista que existen personas en el mundo para quienes hay razones de orden moral, y no material, que les dan derecho a exigir un comportamiento determinado de los demás. Pensemos en un miembro del Ku Kux Klan convencido de su superioridad racial sobre un hombre negro. Quien denuncia la injusticia en estos casos generalmente no está afectado por ella y además la utiliza en su provecho. El integrismo islámico tiene la peculiaridad de que nutre sus filas de individuos más preocupados en la vida después de la muerte que en la presente.

Egipto es un país pobre con importantes desigualdades de distribución. Su renta per capita, en paridad de poder adquisitivo (teniendo en cuenta la diferencia de salarios y precios), es de 2.850 dólares/capita y año; la media en España es de 20.460 dólares (x). Según el Banco Mundial (2003), el 17% de la población vive con un dólar o menos, al día, mientras que otro 10% de la población tiene un poder adquisitivo y patrones de consumo de clase media y alta occidentales. Sin duda existen algunas diferencias de renta legítimas y muchas otras que no lo son, fruto de un sistema que no responde a las necesidades de su población. Por ello al pensar en Egipto es ineludible pensar en términos de justicia social.

En un magnifico libro sobre El Cairo, aprecia Rodembrock que en Egipto hay pobreza pero no miseria (xi). La sociedad civil religiosa, las mezquitas, gozan del crédito de aliviar los problemas de hambre y desahucio de los más necesitados mediante instituciones como la limosna y el repudio del alcohol. En cambio, el capitalismo es acusado de la pauperización de la vida. La naturaleza legalista del Islam, anima a grupos exaltados a ambicionar un Estado cuyas leyes traspongan estrictamente los preceptos del Corán. No obstante, no se plantean una doctrina económica alternativa, ni el capitalismo o socialismo occidentales estén reñidos con una sociedad civil activa, sea de la religión que sea. Existen muchos grupos que parecen desfasados fisiócratas que dedican su tiempo e inteligencia para sugerir a sus conciudadanos la vuelta a las privaciones y penurias de una vida más natural y menos desarrollada.

El aumento de la producción es la única solución posible al aumento de la población. Sin embargo esto, por si solo, conduce a una mayor presión sobre los recursos naturales y a su degradación. Por eso, la clave de la economía capitalista está en sus incentivos al ahorro y al aumento de la productividad, producir más con los mismos o menos recursos. El hombre puede lograrlo recurriendo a la inteligencia y a la tecnología. Supongo que de esta forma el desarrollo occidental nos aleja de la simplicidad de las cosas mediatas, físicas, o “naturales”, como se describen con frecuencia, para llevarnos ante situaciones más complejas, artificiales, en que el desgaste en lugar de físico tiende a ser emocional y psicológico, porque la compresión, y la satisfacción que proviene de la comprensión son más difíciles. Trabajar el campo requiere un enorme derroche físico durante largas horas a cambio de un margen de beneficio pequeño, pero uno tiene claro qué esta haciendo y a donde va el sudor que derrama. Muy distinto del trabajo intelectual. ¿ Qué utilidad se extrae de leer o escribir este artículo? Es difícil precisar; y sin embargo, tanto leerlo como escribirlo puede ser el trabajo remunerado de un académico.

Egipto muestra fuertes contrastes entre formas de vida muy primitivas con actividades económicas altamente avanzadas. La agricultura sigue empleando al mayor porcentaje de la población (34%) y de esta entre el 3 y 5% es de subsistencia (xii). Los cambios que se producen en Egipto pueden ser aprovechados desigualmente por los egipcios. Esto arroja dudas sobre la justicia y acierto de la dirección del país. Las críticas de grupos religiosos fundamentalistas y la crítica marxista al sistema de libre mercado, coinciden y hacen frente común sobre la importancia de la igualdad sobre la libertad. ¿Son tan tensas e insalvables las desigualdades en Egipto que se planteen con verosimilitud enmiendas a la totalidad sobre el sistema de organización y puedan imponerse grupos que entiendan que el modelo de desarrollo occidental no es el adecuado a las necesidades de los egipcios? Se acusa a la economía de mercado, y a una excesiva influencia occidental, de acabar con un mundo ideal donde los problemas de pobreza, prostitución, corrupción, delincuencia y cualquier otro aspecto negativo del presente eran menores o no existían. También se imputan a la forma de vida occidental muchos problemas que en efecto ha generado sin poner en la balanza las soluciones que ha aportado a otros graves problemas que tiene el país. Los egipcios gozan de libertad religiosa, y económica y su libertad política puede estar a la vuelta de la esquina. Un decrecimiento económico podría amenazar la estabilidad política del país, y dar al traste con la libertad religiosa, económica alcanzadas, mientras que en un escenario optimista de prosperidad regional, Egipto cuenta con las bases para avanzar rápidamente hacía una auténtica democracia.

Notas al pie:

(i) World Refugee Survey 2003. Country Report- Spain. US. Comitee for Refugees: www.refugees.org
(ii) Ministerio de Turismo Egipcio.
(iii) www.fituronline.com
(iv) Tercer informe, 1996, ante el Comité para la eliminación de toda forma de discriminación de la mujer, ONU: http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/cedaw24/cedawcegy3.pdf
(v) World Factbook 2003 de la CIA, en: http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/index.html
(vi) Ahmad, O. Aspiring citizens have two options: long waits and fees at the Mugamma, or the hope of a new law in the coming year, Cairo Times. Volumen 7, n. 31 9-15 octubre 2003
(vii) UNCTAD
(viii) The Economist, “Behind the mask”. 18 marzo 2004.
(ix) Cámara de Comercio Americana en El Cairo: http://www.amcham.org.eg/BSAC/ustrade/Partnership.asp
(x) Estadísticas del Banco Mundial para el 2002.
(xi) Rodembrock, M. (1999) Cairo, The City Victorous. American University in Cairo, p. 266
(xii) Department of State Country Report 2002, Gobierno de los EE.UU.

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