El Presidente del Gobierno ha hecho un enorme favor a España y a su joven democracia al comunicar su intención de apearse voluntariamente del poder y abrir un proceso democrático interno de renovación en el PSOE. En lo primero sigue a Aznar, en lo segundo lo supera.
Me preocupa que no se reconozca el valor que puede tener este movimiento y su precedente para conformar una costumbre que puede aumentar la calidad de la democracia española más que cualquier otra leyes que pudiese pensarse.
Dos mandatos seguidos son suficientes. Impiden acomodarse en el poder. Impiden consolidarse interéses turbios. Permite la renovación generacional, aporta dinamismo y transparencia allí donde se concentra mayor poder y por tanto mayores tentaciones.
El próximo Presidente del gobierno lo tendrá complicado si trata de quedarse más de ocho en la Moncloa. No porque se lo prohiba una ley, como en EE.UU. o en muchos países de America Latina sino porque a la gente no le parecerá bien que lo haga, después de que Aznar y Zapatero renunciasen a ello.
Una costumbre tiene algunas ventajas sobre una ley. Su fuerza no proviene de la coherción sino de que tenga o no sentido en la sociedad. No precisa complicados tramites de reforma, las costumbres se amoldan y se endurecen según lo vigentes que se demuestren socialmente.
Es algo más orgánico y algo menos burocrático. Se podrá entrar a valorar las razones personales de manera más o menos generosa, pero a los hechos tengamonos. Por irte así, por hacer una costumbre de algo sano para la democracia española, gracias Presidente.
Me preocupa que no se reconozca el valor que puede tener este movimiento y su precedente para conformar una costumbre que puede aumentar la calidad de la democracia española más que cualquier otra leyes que pudiese pensarse.
Dos mandatos seguidos son suficientes. Impiden acomodarse en el poder. Impiden consolidarse interéses turbios. Permite la renovación generacional, aporta dinamismo y transparencia allí donde se concentra mayor poder y por tanto mayores tentaciones.
El próximo Presidente del gobierno lo tendrá complicado si trata de quedarse más de ocho en la Moncloa. No porque se lo prohiba una ley, como en EE.UU. o en muchos países de America Latina sino porque a la gente no le parecerá bien que lo haga, después de que Aznar y Zapatero renunciasen a ello.
Una costumbre tiene algunas ventajas sobre una ley. Su fuerza no proviene de la coherción sino de que tenga o no sentido en la sociedad. No precisa complicados tramites de reforma, las costumbres se amoldan y se endurecen según lo vigentes que se demuestren socialmente.
Es algo más orgánico y algo menos burocrático. Se podrá entrar a valorar las razones personales de manera más o menos generosa, pero a los hechos tengamonos. Por irte así, por hacer una costumbre de algo sano para la democracia española, gracias Presidente.
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