En febrero del 2005, un 42,3% del electorado en España votaba en referéndum a favor del Tratado para una Constitución Europea. Ese Tratado fracasaba, meses más tarde, en su consulta en Francia y Holanda. Tres años y medio más tarde, con una participación del 53,1% Irlanda ha rechazado ratificar el Tratado de Lisboa, un refrito constitucional acordado por los jefes de gobierno de la UE en diciembre de 2007 para salvar del anterior proyecto constitucional: la personalidad jurídica para la UE, la figura de un Presidente y de un Ministro de Asuntos Exteriores para la UE o el cambio de votos que cada país tiene como miembro de la UE. Quizás en esta segunda intentona sea aun más clamoroso la advertencia de la ciudadanía: “así no”, ¿ y puede alguien a llamar irresponsables a los irlandeses por no refrendar un texto que ni su primer ministro se ha leído? Por supuesto el “no” al Tratado ha sido un voto de castigo a los políticos de ámbito nacional y está influido por circunstancias locales pero
¿Cómo funciona el mundo? ¿Qué debo hacer yo? Caminos de ida y vuelta.